Companions and Animals for Reform and Equity Offers Groundbreaking Online Course
September 7, 2022First Ever Animal Welfare Conference October 7 and 8 Led by BIPOC Animal Lovers
October 5, 2022José Ocaño
Creciendo, hasta los 18 años, pasé mis noches durmiendo en un sofá roto en la sala de nuestra casa de una habitación en Barrio Anita ubicada en Tucson, AZ. Antes de dormirme, me acostaba con resentimiento, miedo, y ansiedad sobre mi futuro hasta que finalmente me dormía. Pasé horas ahogándome en la vergüenza de crecer “pobre” y al mismo tiempo elaborando estrategias para ocultar y cambiar las partes sobre mí que llegué a resentir. Fui intencional y táctico sobre cómo me presentaba, siempre esforzándome por vestirme, hablar y relacionarme con las personas cuyas vidas admiraba. Este fue el comienzo del cambio de código y la dilución de partes fundamentales de mi identidad chicana.
Mi madre, por otro lado, estaba increíblemente orgullosa de ser chicana. Fué ascendida en el trabajo y acababa de comprarse un auto nuevo para ella, ¡lo cual fue un gran acontecimiento! Un día, ella me recogió de la escuela en su “nuevo” Lowrider con “Suavecito”de Malo a todo volumen. Tenía una gran sonrisa y una sensación contagiosa de realización en su rostro – Aún puedo verla cuando cierro mis ojos.

Mi mama amaba su barrio y su gente. Paso años trabajando en la comunidad de Tucson apoyando a quienes viven con VIH y SIDA. A principios de año, hablé con su exjefe y me explicó que la contrató porque ella podía llegar hasta la población de mayor riesgo y difícil de alcanzar. Se necesitó a alguien como mi madre que vivió y se crio en estas comunidades para conectar y brindar apoyo a la población de piel negra y café en los barrios, que de otro modo eran impenetrables para las organizaciones sin fines de lucro cuyo personal era predominantemente blanco. Ha sido increíble el darme cuenta de los paralelismos entre mi madre y yo. Todo este tiempo, pensé que estaba forjando mi propio camino, cuando en realidad estaba siguiendo sus pasos altruistas.
Mediante mi desarrollo y crecimiento tanto personal como profesional a lo largo de los años, descubrí una verdad fundamental: Quien eres, es como lideras. Este credo es mi Estrella Polar y es por eso que dedico tiempo y energía a desempacar y comprender mis valores y estilos de liderazgo. Durante años, atribuí mi “éxito” y liderazgo a las enseñanzas de Oprah, Simon Sinek, Brene Brown y otras personas semejantes. Sostuve una narrativa falsa sobre quien era responsable de cultivar a la persona y líder que me estaba esforzando por ser. Mi madre se merecía mucho más crédito del que yo le di. En la vida, especialmente cuando se experimenta un trauma infantil, éste puede convertirse en el lente central a través del cual se filtran todas las experiencias. Por lo menos eso era cierto para mí.
En la primavera del 2,021, mi madre se sometió a una cirugía importante que le quitó la capacidad de caminar. Ella estuvo varios meses en un centro de rehabilitación lo que me dio la oportunidad de remodelar nuestra casa familiar la cual se había vuelto parcialmente inhabitable. No solo estaba reparando y renovando la casa de mi infancia, estaba reparando y reescribiendo las ideas y nociones preconcebidas que sostenía sobre mi infancia y el barrio que me crio.
“José, ten cuidado como juzgas a las personas. Nunca se sabe lo que la vida les ha puesto en el camino y lo que han vivido. Si puedes ayudar a alguien, hazlo siempre.”
Margaret Olivas Cocio
Mientras el autodescubrimiento se desarrollaba en mi vida personal, profesionalmente lideraba los esfuerzos de DEIB (Diversidad, Equidad, Inclusión y sentido de Pertenencia) en Best Friends Animal Society. Este tipo de trabajo requiere una profunda autorreflexión y lo que es más importante una autorresponsabilidad. Por primera vez en mi vida adulta, estaba reflexionando y reconciliando mis experiencias en el lugar de trabajo abiertamente como un latino homosexual. Estaba teniendo conversaciones sobre raza en espacios predominablemente blancos con una frecuencia que nunca antes había experimentado. Fue esclarecedor, educativo y arduo.
Se sentía como un renacimiento cultural y profesional – un redescubrimiento de mis raíces. Empecé a observar sistemas, patrones y comportamientos que nunca antes había notado, tanto en mi como en los demás. Fué entonces cuando descubrí que los valores que me guían se originan en mi madre y la sabiduría del barrio que me crio. Les llamo, Las Cinco Lecciones que me Enseñó mi Mama Chicana:

______________________________________________________________________________
1) Defiéndete y Ten Conversaciones Difíciles:
Cuando era niño, pasé mucho tiempo observando a los adultos, particularmente a mi mamá. Ella no temía el abogar por sí misma y el decir lo que pensaba. Ya sea que tuviera una conversación difícil con un amigo, un familiar o en un entorno profesional, mi madre era una comunicadora muy abierta y directa.
Desde muy joven tuve que practicar estas lecciones. Por más de diez años toque el violín con el Mariachi Sol Azteca, un grupo comunitario de mariachis que se volvió semiprofesional. Éramos un grupo de adolescentes operando en lo que ahora llamaría un modelo de holocracia. Cada una de nuestras opiniones eran escuchadas, ya sea sobre como se debía estructurar el negocio o que canciones interpretábamos- siempre pudimos expresar lo que pensábamos. Este entorno de colaboración también creó tensión en ocasiones. Me encontré expresándome y dirigiendo conversaciones difíciles. Ser miembro del Mariachi Sol Azteca me inculcó la confianza que me llevo al siguiente capítulo de mi vida, trabajando en un refugio de animales.
2) Ser Generoso:
Creciendo, creía que la generosidad provenía de tener riqueza financiera, algo que nuestra familia no tenía. No podría haber estado más equivocado. Vivíamos una vida humilde y no importaba cuanto lucháramos, mi madre siempre compartía lo que teníamos. Una noche, después de que mi madre había pasado horas en la cocina friendo tacos, un invitado entró a nuestra casa quejándose de las personas que vivían en tiendas de campaña al otro lado de la calle. Ella se puso de pie rápidamente, tomo su plato de comida con los tacos que quedaban, se sentó y compartió una comida con ellos. Ella me decía, “José, ten cuidado como juzgas a las personas. Nunca se sabe lo que la vida les ha puesto en el camino y lo que han vivido. Si puedes ayudar a alguien, hazlo siempre.”
Aquellas palabras me sostuvieron a través de todos los años trabajando en las trincheras de un refugio de animales de admisión abierta. Es lo que informó a mi carácter de reunirme con todos en donde están. Es por eso que acogí las adopciones abiertas, exoneración de pagos y el trabajo con personas que se encuentran sin hogar para adoptar o reclamar a sus mascotas. Era mi manera de no olvidar de donde vengo.
3) Perdonar con Frecuencia:
A lo largo de los años, vi a mi madre experimentar mucho dolor y desilusiones y sin embargo, siempre siguió adelante con optimismo. Recuerdo la conversación telefónica que llevó esta lección a casa. Mi madre y mi hermano menor habían tenido una fuerte discusión a principios de esa semana, lo que causó que mi hermano se fuera de la casa. Me llamó para decirme que hablaron y que el se mudaría de regreso a la casa. Mi primera reacción fue de frustración. ¿Cómo podía ella perdonarlo después de todo lo dicho y hecho? Pero luego, tuve una epifanía y reconocí que el perdón era el superpoder de mi madre. Ella sabía que las personas eran más que los errores que cometían y que todos necesitamos segundas, terceras y cuartas oportunidades.
Mi madre también conocía el poder de una disculpa sincera. Ella me enseñó la importancia de decir “Me equivoqué y estaba errado.” Nunca demasiado orgullosa para disculparse, siempre trató de ser responsable por el impacto de sus palabras y acciones. Eso es lo que los buenos lideres hacen también.
4) Las Relaciones lo son Todo:
Mi madre amaba a su familia, amigos y animales más que nada. Ella me enseño que ninguna posesión material o logro profesional importaría tanto como las relaciones que construimos y alimentamos.
Cuando hicimos la transición de mi madre a un hospicio en casa en enero pasado, no sabía que esperar. Una de las muchas cosas hermosas que surgieron de esta trágica experiencia fué la reconexión con mi familia y con todas las personas maravillosas que amaban a mi madre.
Durante seis semanas, familiares y amigos la visitaron todos los días para convivir con ella. Aprendí mucho sobre ella durante ese tiempo. Lo más importante era lo amada que era y el impacto que tuvo en la vida de tantas personas. El amor no solo se extendió hacia ella, también yo experimenté mucha amabilidad durante este tiempo. Mi esposo, familia, amigos y colegas se unieron para rodearme de apoyo. Fué otro momento de ver como mi vida y la de mi madre estaban conectadas intrínsicamente. Fué entonces cuando me di cuenta de lo rico que siempre hemos sido.
5) Todo es Posible:
Desde el momento en que nací hasta sus últimos días en la tierra, Ella me dijo que yo podía ser y hacer cualquier cosa en esta vida. “Estoy orgullosa de ti”; “Te amo”; “Eres capaz de cualquier cosa que te propongas, mijo.” Estas fueron las frases que escuché toda mi vida. Ella me inculcó que yo importaba y me dió la confianza para decir lo que pienso y trabajar para lograr mis sueños. Ella me enseñó a rechazar la actual situación y a usar mi voz para luchar por el cambio ya sea en mi vida personal o profesional. “Nunca te conformes”, me decía, “Si trabajas duro y eres bueno con la gente, todo es posible.”
______________________________________________________________________________
El 24 de septiembre del 2,021 terminanos la renovación de su casa y fué la primera vez en 16 años que dormí allí. Allí estaba yo de nuevo, en el sofá de la sala procesando todo lo que había ocurrido a lo largo de los años. Fué conmovedor y poético. El tiempo y la retrospección me permitieron escribir mi historia ya que ya no estaba resentido, asustado, o ansioso. Esa noche me acosté allí con orgullo, gratitud y un profundo sentido de pertenencia. Me comprometí conmigo mismo a no comprometer ni diluir mi identidad para la comodidad o tranquilidad de nadie. Después de todo, soy el hijo de Margaret Olivas Cocio, una mujer chicana a todo dar, que siempre recordó de donde vino y cuyo legado me enorgullece continuar. ¡Si se puede!